Papa Francisco: “Los chismes también pueden matar,”

VATICANO, 16 Febrero.- Al presidir el rezo del Ángelus hoy en la Plaza San Pedro, el Papa Francisco aseguró que Jesús propone a sus discípulos “la perfección del amor”, lo que consiste en poner en práctica un amor cuya única medida es no tener medida.

Reflexionando sobre el Evangelio de hoy, que recoge parte del “Sermón de la Montaña”, el Santo Padre señaló que Jesús, respecto a la Ley judía, predica que “no piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento”.

Jesús le dijo a sus discípulos, recordó el Papa, que “les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos”.

“¿Pero qué significa este ‘pleno cumplimiento’ de la ley? ¿Y en qué consiste esta justicia superior?”, cuestionó Francisco.

“El mismo Jesús nos responde con algunos ejemplos. Porque Jesús era un hombre práctico, hablaba siempre con ejemplos para hacerse entender. Comienza desde el quinto mandamiento del Decálogo: ‘Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás; pero yo les digo que todo aquel que se enoja contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal’”.

Con esto, dijo el Papa, “Jesús nos recuerda que también las palabras pueden matar, ¿eh? Cuando se dice que una persona tiene la lengua de serpiente, ¿qué quiere decir? Que sus palabras matan”.

“Por lo tanto, no solo no se debe atentar contra la vida de los demás, sino tampoco derramar sobre él el veneno de la ira y golpearlo con la calumnia. Ni hablar mal de él porque llegamos a las habladurías: los chismes también pueden matar, ¡porque matan la reputación de las personas!”.

Francisco subrayó que “¡es muy feo chismorrear! Al principio puede incluso parecer incluso una cosa agradable, incluso divertida, como si fuera un caramelo. Pero al final, nos llena el corazón de amargura, nos envenena también a nosotros”.

El Santo Padre subrayó que “Jesús no da importancia sólo a la observancia disciplinar y a la conducta externa. Él va a la raíz de la Ley, centrándose especialmente en la intención y por tanto en el corazón humano, donde se originan nuestras acciones buenas o malas”.

 “A la luz de esta enseñanza, todos los mandamientos revelan su pleno significado como una exigencia de amor, y todos se reúnen en el gran mandamiento: amar a Dios con todo tu corazón y al prójimo como a ti mismo”, concluyó.