REFLEXIONES// Aprende a disfrutar de la vida

Hace poco tuve la oportunidad de visitar el corredor turístico de Pachuca, Hidalgo, sin antes  atravesar por el enorme túnel que nos invita a cerrar los ojos y pronunciar un ¡oh! por la emoción, además de sentir ese cosquilleo que te produce la ciudad antes de encontrarte con Real del Monte  para disfrutar de calles empedradas y casas pintadas de rojo ladrillo con muros de color verde limón, naranja y amarillo que te invitan a quedarte  por siempre en ese pedacito de México.

Sin duda toda una experiencia que me hizo olvidar el estrés y dejar atrás las hora de prisa de la gran metrópolis para encontrarme con el pasado y disfrutar de ricos pastes con aromas y sabores que invitan a detenerte.

¡Y qué decir de sus museos! Lugares con olor a humedad que exhiben vestigios de lo que fueron las minas que te invitan a echar a volar nuestra imaginación y traen a la mente el sufrimiento y trabajo de aquellos hombres que pasaron largas jornadas encerrados entre oscuridad y carbón.

Más adelante, otro lugar no menos importante pero igual de bello, Atotonilco “el grande”, pueblo con olor a barbacoa, pancita y pan recién horneado.

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Atraída por su aroma me encontré frente al cocol, cuerno, tortuga y conchas rellenas de cajeta, mermelada, queso y manzana. Cuando me di cuenta, ya estaba al interior de la panadería “JLAEN”, orgullo mexicano y tercer lugar mundial en rosca de reyes gigantes, con más de 157 años, fundada por españoles y heredada a generaciones que con gusto, ánimo, placer y entrega continúan con esta noble labor.

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Sin embargo, otro lugar que robo mi corazón y que se encuentra escondido en la Sierra de Hidalgo entre cerros, peñascos, caminos arbolados y campos pintados de verde, fue Santa María Amaja, un lugar para relajarse y olvidarse de la tecnología, libre de Internet y celulares. Lugar para conectar cuerpo y espíritu, además para disfrutar de los pequeños placeres que ofrece la naturaleza.

¡Y qué decir de sus hoteles! que ofrecen albercas y aguas termales para relajarse y olvidarse por unos momentos de los problemas.

Precisamente en ellas observe a padres de familia con sus pequeños  abrazados al cuello mientras buscaban quitarles  el miedo para que aprendieran a nadar, al igual que jóvenes y parejas compartiendo experiencias. Todos disfrutando del agua y dejando atrás tristezas y soledades.

¡Y qué decir de los restaurantes! que en cada platillo y aroma demuestran lo bello de nuestro país y cultura.

Amig@ lector, la vida tiene muchas tonalidades, colores que pueden representar duelo, pérdidas, frustraciones, impotencia fracasos, triunfos y alegrías.

Procuremos vivir cada minuto de nuestra existencia como si fuera el ultimo. No dejemos que la vida se vaya sin disfrutar de esos pequeños placeres  y al final de nuestros días expresemos el famoso “hubiera”, porque  en definitiva el tiempo no regresa y los hijos crecen y se van.

Trate de disfrutar sus risas, tropiezos y logros pero sobretodo siéntase a escuchar sus historias y aprenda a comunicarse. Ahora ellos escriben su propia historia y la vida es corta.

Aprendamos a disfrutar en familia los bellos momentos y rincones de nuestro país, así como los regalos que nos brinda la naturaleza y Dios.

Esta es “la otra cara de la vida”