El monstruo del duelo

Cuando nos referimos a la palabra “perdida” viene a nuestro pensamiento infinidad de situaciones, rostros o actitudes, al tiempo que comenzamos a recordar aquellos momentos que nos cambiaron la vida.

En este punto, también podemos hablar de enfermedades, accidentes,
o pérdidas materiales que en ocasiones desencadenan un sentimiento de pertenencia, considerado por el ser humano como algo que adquirió por derecho, adquisición o simplemente porque se lo regalaron.

En ocasiones el sentido de pertenencia suele ser incomprensible, sobretodo, para aquellos que atraviesan la etapa de duelo, ya sea por una enfermedad terminal o pérdida del ser amado.

A lo largo de mi carrera como enfermera y consejera espiritual, he visto en muchos hogares los desafíos personales que enfrentan las familias ante el duelo. En ocasiones, he conocido el egoísmo interno que se pone al descubierto, así como, los tabúes que deben enfrentar y aprender a derribar, tradiciones que en su momento deben cumplir, promesas hechas en contra de la voluntad familiar,  sentimientos, actitudes y reacciones de quienes no aceptan la nueva realidad pero algo que también he contemplado en esos hogares, es un desinterés profundo por la persona que vive en agonía, pareciera que los sentimientos, pensamientos o emociones de quien está por morir no importan.

Por otro lado, cuando habló del sentido de pertenencia también me refiero a las pérdidas materiales. Hay veces que nos aferramos a los objetos que adquirimos por años: una casa, un reloj, una cama, en fin, cuesta trabajo aprender vivir sin ellos. Cada uno de nosotros manifiesta y vive el duelo de una manera distinta.

Hay sentimientos que se guardan y que pueden desencadenar amargura, envidia, celos, ambiciones, egoísmos, egocentrismos. En repetidas ocasiones observo con tristeza pero con una realidad innegable que el corazón del hombre actúa según sus interés o emociones.

Cuando un ser querido se va de nuestra vida, se presenta un cambio de planes y horarios. Las rutinas cambian, se aplazan proyectos e incluso en ocasiones se tendrá que dejar el trabajo.

En otras situaciones, la enfermedad de un paciente en fase terminal obliga a los familiares a pedir que todo se termine. El cansancio físico es un factor que produce en los integrantes estragos como: cambios en el carácter, enfados, fastidios hasta pleitos familiares porque ya nadie quiere desvelarse.

Otro factor del sentimiento de pertenencia, es la economía, quiero decirles que no hay dinero que alcance.

Es fuerte el gasto para los involucrados, sobretodo, cuando se busca ofrecer una buena calidad de vida a nuestros seres queridos que atraviesan por una situación difícil y que implica la compra de medicamentos, sueros, material de curación, pañales, comidas especiales y demás gastos que se generan con las visitas, además de verse obligados a pensar en los gastos de un funeral, eso sin contar en el desgaste emocional; porque a nadie le gusta sufrir. En ocasiones, no se llora la pérdida  sino “el que voy hacer” o la auto compasión.

Amigo (a) lector, en algún momento de nuestras vidas podremos enfrentar una situación que represente para todos un gasto emocional y económico. La pérdida de un ser querido, es una situación difícil que lleva tiempo superarlo e incluso enfrentar una etapa de duelo.

Sin en estos momentos, usted enfrenta una situación adversa, le sugiero que busque ayuda profesional e imparcial, sobre todo para que su vida sea enfocada con objetividad.

Tratar de entender el corazón del ser humano es algo complejo, por lo que recomiendo acudir a un especialista, los tanatólogos ayudan aliviar el dolor y la desesperanza que ocasiona una pérdida inminente.

El Tanatólogo es una persona capacitada para ayudar en el proceso de duelo por muerte, a la persona que muere y a sus seres allegados. Así como cualquier tipo de érdidas significativas en el proceso de la vida