Rodrigo González, el gran trovador callejero

Reporte5.com.-Dicen que Rodrigo González murió feliz abrazado a su novia francesa Fransua, apodada la “Pancha”, otras leyendas urbanas cuentan que falleció de un pasón de cemento. Lo único cierto es que su cuerpo quedó sepultado entre los escombros durante el derumbe de edificios por el terremoto del 85.

Tras su muerte, el mito de Rodrigo González tomó fuerza y como huracán se levantó. Quienes le conocían describen al Profeta del Nopal como el gran trovador urbano y rupestre, que se convirtió en voz de los roqueros.

Rodrigo Eduardo González Guzmán nació el 25 de diciembre de 1950 en Tampico, Tamaulipas. Desde adolescente se reunía con amigos y huapangueros para tocar la lira y crear versos improvisados e irónicos que se convirtieron en todo un estilo de vida y le dieron identidad.

Voz aguardentosa, desalineado y jacarandoso, Rodrigo se convirtió en Rockdrigo. Dejó su natal Tampico para estudiar psicología a Jalapa, Veracruz. Sin embargo, al no encontrar lo que buscaba y después de tener una visión alucinante provocada por hongos que le permitieron tener una revelación y encuentro con el Profeta del Nopal, tomó sus cosas y se dirigió al Distrito Federal.

Con el tiempo, Rockdrigo logró trabajar al lado de Javier Bátiz en un bar de la glorieta de Insurgentes llamado Wendy’s Pub, donde alterno con muchos grupos e incluso conoció a José Agustín, quien decidió escribirle una reseña y publicarla en el diario Unomasuno que decía a la letra: “si ya hay en el rock de México quien domine a la perfección la técnica, la cadencia y el ritmo, junto con un talento para comprender canciones que retraten nuestra realidad a la altura de nuestros grandes compositores como José Alfredo Jiménez o Chava Flores, no puedo más que decir que, de entrada, con Rodrigo González tenemos un rock más complejo, crítico e inteligente…”

“El metro Balderas”, “Perro en el periférico” o “El feo” y su Colectivo Rupestre marcaron a toda una generación de jóvenes  que sobrevivieron a  la matanza del 68 y soñaban con un México mejor, libre de la represión.

Adelantado para su tiempo, Rockdrigo se convirtió en un icono del urbanismo y fenómeno musical que interpretó letras no bien vistas a los oídos de Gustavo Díaz Ordaz y José López Portillo.

La noche anterior a su muerte, realizó su última tocada, cuentan sus amigos y compañeros del Colectivo Rupestre que se sentía triste porque la gente no entendía su música y su discurso jocoso llenó de contenido.

“Dicen que la muerte anda tras mis huesos,

si es así la espero para darle sus besos

y si no me alcanza la muy condenada

me paro un ratito para verla enojada”

A las 7 de la mañana con 17 minutos del 19 de septiembre de 1985 un terremoto de 8.1 sorprendió a México. Entre los escombros quedó enterrado el centro de la Ciudad de México y con ello también el Profeta del Nopal que resurgió como Ave Fenix después de su muerte para vivir por siempre en cada estación del metro y trovador rupestre.

 “…la muerte asusta a la gente

 asusta deberás, pues viene y te lleva aunque no lo quieras”…