¿YA SE FIJÓ? ¿El Bullying somos todos?

En algún momento un secretario de Educación estatal nos pidió que propusiéramos una palabra o frase en español para cuando nos refiriéramos al bullying; el consenso en ese momento nos llevó a hablar de “acoso escolar”.

¿Qué siempre ha existido? Puede ser ¿Qué por ello debemos verlo como algo “normal”? Considero que no.

El diccionario de la Real Academia Española de la lengua, aún no recoge bullying ni bullying, así como tampoco el “acoso escolar”, sin embargo el pueblo (que como me dijera Don Raúl Ávila en un encuentro internacional de investigación educativa) es el que va acuñando las palabras y sus significados, (los que a la postre terminan por ser incluidos y aceptados por la RAE), refiere que el acoso escolar  es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en el aula y patio de los centros escolares.

Y tal parece que en últimas fechas las redes sociales nos muestran mucho más estos hechos que ya rayan en el salvajismo y en la deshumanización. Ya no es “solamente” el maltrato psicológico, sino que el maltrato físico se está popularizando.

El asunto no es de competencia solamente de alguien. Todos tenemos mucho que ver, y más que hacer. Lo peor es no querer intervenir. Hacer como que no vemos. Decir que “estaban jugando”. Engañarnos diciendo que “así son los jóvenes, ¿a poco no te acuerdas cuando nosotros lo hacíamos en la primaria?”

Autoridades, maestros, padres de familia, sociedad en su conjunto hemos de intervenir desde la educación, desde la cultura, desde el civismo, desde la ética, desde el humanismo para que no sigamos envileciendo a nuestros jóvenes y a nuestros niños. No volvamos a  la ley de la selva.

Fíjese usted amable lectora, lector, qué tan importante se vuelve el papel de los orientadores, de los psicólogos educativos, de los tutores, de los asesores, de los formadores; porque tampoco se trata de expulsar a los “buleadores” y mandarlos a su casa y a la calle a que sigan haciendo lo mismo pero a otra escala. Se trata de darles apoyo psicológico y si fuera necesario psiquiátrico. De ahí la importancia de involucrarse todos los sectores, donde veamos la participación de las preceptorías juveniles, del DIF, de las facultades (públicas y privadas), de los centros de mediación escolar, de los colegios de psicólogos y psiquiatras, de las Instituciones de Asistencia privada, de los voluntariados.

Obviamente los padres de familia y sus organizaciones. Los maestros, sus sindicatos. Las fundaciones. Las Asociaciones Religiosas, sus movimientos.

 Efectivamente mucho hay que hacer, la cuestión (como en casi todo) es querer. La solución nos incluye a todos.

¿Ya se fijó?