¿Ya se fijo? La educación cuesta, claro que cuesta

¿Ya se fijó que Martín Núñez (motivador) tenía razón cuando decía que la educación cuesta, que la educación de calidad cuesta más, pero que la ignorancia es altamente costosa?

Y es que cuántas veces no hemos escuchado que la gente se queja de las cuotas en las escuelas públicas, o de los incrementos a las colegiaturas e inscripciones, igualmente en escuelas de educación media superior y superior públicas.

La educación cuesta. La educación pública “gratuita” cuesta. Una cosa es que no le “cueste” directamente al usuario (a los padres de familia) pero de que cuesta, cuesta. Y se paga de los impuestos. Se les paga a los maestros de grupo, a los directivos escolares, a los administrativos (no a todos), a los supervisores escolares (o inspectores en SEIEM) y sus auxiliares; a los administradores de la educación: secretario de educación, subsecretarios, directores generales, directores de área, jefes de unidad, subdirectores, jefes de departamento, y personal de enlace técnico administrativo. (En el sistema federalizado cambian o se agregan otras denominaciones como Jefe de Sector, etcétera). Más del 90% del presupuesto se va en sueldos y salarios.

Construir escuelas completas, o bien aulas, laboratorios, canchas, centros de cómputo, bibliotecas, también cuesta.

Editar libros de texto “gratuitos” cuesta, y cuesta mucho dinero. Entregar “gratuitamente” útiles escolares, cuesta. Las tablets y laptops, cuestan; las becas, cuestan. Todo cuesta.

Y la educación de calidad cuesta más: mejorar las instalaciones, adquirir mejores y más actualizados equipos; preparar al personal docente; implementar metodologías, métodos, técnicas novedosas, cuesta. Contratar maestros de inglés, de computación, de arte, cuesta. Bueno, pagar al conserje o a la secretaria cuesta, y muchas veces los padres de familia deben correr con estos “otros” gastos.

Pero… créame que la ignorancia cuesta mucho más.

El hacer cosas indebidas o incorrectamente sin saber cómo se hacen, suele ser mucho muy costoso. Echar a perder materia prima, desperdiciar recursos humanos, materiales,  tiempo. Tener que volver a hacer las cosas, repetir procesos, re-inventar, reponer; cuesta y cuesta muchísimo más.

¿Tiene usted idea de cuánto nos está costando (sí, nos está costando) el paro del Instituto Politécnico Nacional por ignorancia de unos cuantos?

Un par de ejemplos nada más, de su ignorancia:

EL Sistema Nacional del Bachillerato al que se niegan a ingresar, desconocen sus muchas bondades, entre ellas el que corrige, al fin, el problema de falta de tránsito de los alumnos de un bachillerato a otro, ya sea por cambio de domicilio o por cambio de parecer de los estudios cursados. Sin esta puesta en común entre la infinidad de sistemas y subsistemas que ofrecen el bachillerato, es imposible pasar de una escuela a otra sin perder el tiempo y las materias cursadas.

Otro caso: las  salidas colaterales. Que consisten en que si por alguna razón el estudiante no puede continuar sus estudios hasta su conclusión, dependiendo el grado o semestre al que haya llegado, puede obtener un documento oficial que lo avala ya sea como Profesional Técnico, Profesional Técnico Bachiller o Técnico Superior Universitario. Hay día si un alumno deserta por necesidades laborales o por lo que sea, sale sin ningún documento que acredite lo que aprendió, aunque le haya faltado solamente uno o dos semestres de la carrera.

No cabe duda: la ignorancia es altamente costosísima.

¿Ya se fijó?