¿YA SE FIJÓ?//200 días de clases, ¿son pocos o muchos?

Haciendo una rápida encuesta la pregunta tiene respuestas divididas. Y es que en verdad que todo “depende”. Analicemos algunos casos de países en el mundo.

La mayor parte de los países de Latinoamérica tiene un periodo escolar de menos de 195 días al año y menos de 1000 horas efectivas de trabajo en la escuela. Curiosamente estos promedios se acercan, y en algunos casos rebasan a promedios de países europeos. Respecto al número de horas en la escuela en Estados Unidos el promedio es de 1100, en España es de 1025, mientras que en Japón es de 1015 y en Tailandia de 1600.

En México los 200 días aplican para preescolar, primaria y secundaria; donde hay variación es en el número de horas: para preescolar son 800, para primaria 1000, y para secundaria 1000 (promedio).

Otro dato interesante es el número de horas que el docente está con sus alumnos: en México en preescolar se cubren 20 horas y en primaria 30; en Japón, Reino Unido y Singapur los maestros están 40 horas con sus alumnos.

Y así podrí seguir enumerando número de días y número de horas de todos y cada uno de los países del mundo; el verdadero kit del asunto, desde mi punto de vista, no está en el número sino en el propósito y en la calidad del trabajo que se tiene con y para los alumnos.

¿De qué sirve que la maestra o el maestro de preescolar o de primaria estén 200 días con sus alumnos en jornadas de las 9 a las 13 horas y de las 9 a las 14 horas, respectivamente, si el trabajo-juego y el juego-trabajo no comienzan a esa hora? Porque… hay que esperar que lleguen más niños (y en las comunidades rurales, más), atender a las mamás, recoger el dinero del desayuno escolar, o bien comentar con el colega de al lado cómo estuvo la jornada de ayer, el clima, el mundial, el transporte, la telenovela, etcétera, etcétera. También hay que pasar lista, revisar tareas. Luego maestras y maestros que se ponen a “contar su vida” (dicentes dixi).

Sin contar las suspensiones por juegos magisteriales, los permisos, los retardos, las faltas, las reuniones de maestros con directivos, los almuerzos por cumpleaños, los avisos, las colectas, las cooperaciones…

Y a fin de año hay que apurarse para entregar calificaciones y documentación con tiempo para que en la supervisión se pueda revisar y validar; en ocasiones hasta 15 días antes de la fecha que señala el calendario escolar como último día de clases. En algunas secundarias una vez terminadas las evaluaciones los alumnos acuden a estar en el aula a hacer nada puesto que ya tienen calificación. A algunos les permiten llevar juegos de mesa o hacer lo que quieran siempre y cuando no hagan ruido, y si se acerca el orientador o el director deben abrir un libro y simular que están leyendo.

Ahora están de moda las escuelas de tiempo completo. Por las tardes hacen las tareas escolares, tienen actividades culturales y deportivas, así como recreativas. Pero… ¿Todas y todos lo hacen? ¿Ello está mejorando la formación de los alumnos? Quién sabe.

Lo importante, entonces, no es el número de días o el número de horas, lo verdaderamente relevante es cómo se aprovechan esos días y esas horas en formar hombres y mujeres de bien, en el más amplio sentido del término: esa es la misión de la escuela. No prepara alumnos para que pasen exámenes.

¿Ya se fijó?